Human to the End

11-20-2022Weekly ReflectionFr. Chris Nunes

Dear fellow disciples, peace.

The humanity of Jesus was provoked until the end. Hanging on the cross He was a victim of bullying and abuse, insults and infamous accusations, but He stayed firm in His purpose. He even had words of forgiveness for a fellow crucified man who recognized Him as the King announced by the prophets. That man, by saying "Remember when you come into your kingdom", recognized a royalty of the King who passed through the cross. A King whose throne is the cross and whose crowd is made of thorns. "Today you will be with me in paradise" is the answer and recompense for such faith and trust.

The royalty of Jesus has nothing to do nor to compare with our mundane royalties. His is a royalty radically committed to his humanity, in which there is no space for selfishness or self centeredness. In this way He could establish relationships without the risk of oppression or disrespect of those who needed Him. He, rather, marked this royalty in being loving and merciful, with special care for the weak and defenseless. His harsh words were directed always to the arrogant, self righteous, and those who did not want to change their mind and life. Especially, but not only, the religious leaders.

He is the King of the poor, the marginalized and the voiceless in society and in the church, in light of the Beatitudes. His authority raised them up, gave them voice and dignity, as expected of a real King.

His Kingdom is not from this world. That's why we all are called like the crucified man to recognize, to accept and to commit ourselves to the Crucified King who wants us all to be part of His Heavenly Court.

May the Holy Spirit keep us under the protection of Jesus Christ King of the Universe, Crucified and Risen.

Humano Hasta el Final

Queridos compañeros discípulos, paz.

La humanidad de Jesús fue provocada hasta el final. Colgado en la cruz fue víctima de intimidaciones y abusos, insultos y acusaciones infames, pero se mantuvo firme en su propósito. Incluso tuvo palabras de perdón para un compañero crucificado que lo reconoció como el Rey anunciado por los profetas. Ese hombre, al decir "Acuérdate cuando entres en tu reino", reconoció una realeza del Rey que pasó por la cruz. Un Rey cuyo trono es la cruz y cuya multitud está hecha de espinas. "Hoy estarás conmigo en el paraíso" es la respuesta y la recompensa de tal fe y confianza.

La realeza de Jesús no tiene nada que ver ni comparar con nuestras regalías mundanas. La suya es una realeza comprometida radicalmente con su humanidad, en la que no hay lugar para el egoísmo ni el egocentrismo. De esta manera pudo establecer relaciones sin riesgo de opresión o falta de respeto a quienes lo necesitaban. Él, más bien, marcó esta realeza en ser amoroso y misericordioso, con especial cuidado por los débiles e indefensos. Sus duras palabras fueron dirigidas siempre a los arrogantes, farisaicos y aquellos que no querían cambiar de opinión y de vida. Especialmente, pero no solo, los líderes religiosos.

Él es el Rey de los pobres, de los marginados y de los sin voz en la sociedad y en la Iglesia, a la luz de las Bienaventuranzas. Su autoridad los exaltó, les dio voz y dignidad, como se espera de un verdadero Rey.

Su Reino no es de este mundo. Por eso todos estamos llamados como el crucificado a reconocer, aceptar y comprometernos con el Rey Crucificado que quiere que todos formemos parte de Su Corte Celestial.

Que el Espíritu Santo nos mantenga bajo la protección de Jesucristo Rey del Universo, Crucificado y Resucitado.

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